Óliver no pudo resistirse, la tentación fue más fuerte que él. Volvió su cabeza con descaro para admirar el cuerpo maravillosamente curvilíneo de la chica que acababa de pasar a su lado. El vestido verde vaporoso que ella llevaba apenas lograba ocultar la silueta de sus encantos femeninos. Su deseo creció a la vez que lo hacía algo en el interior de su pantalón. Instintivamente se llevó una mano al bolsillo para disimular su palpitante protuberancia. Hacía demasiado tiempo que no estaba con una mujer y su cuerpo, sin pudor, se lo había recordado.
Me has sacado una sonrisa socarrona con este relato. Si es que nuestro cuerpo sabe regularse perfectamente, sabe lo que necesita. Cuando tiene sed necesita agua y se nos seca la boca, cuando tiene hambre necesita comer y nos suenan las tripas, cuando necesita otra cosa... En fin, está más que claro ^^
ResponderEliminarJaja pobre Óliver, ojalá encuentre una rápido :)
ResponderEliminarJejejeje... ;) qué graciosa historia!
ResponderEliminarUn besote !
p.d: me alegra leerte!
Simplemente una escena, en realidad, muy corriente y natura.
ResponderEliminarEs impresionante lo inteligente que es nuestro cuerpo.
Besitos
Echaba de menos leerte. Es lo malo de los hombres; el deseo se les ve llegar. ;)
ResponderEliminarhombres! demasiado básicos y predecibles!
ResponderEliminarMe ha encantado, en realidad me gusta mucho leer este tipo de relatos de seducción. Pero la naturalidad con que describes esa reacción de Óliver es la primera vez que la leo jaja
ResponderEliminarUn beso!
Muy buena entrada :)
ResponderEliminarBss